martes, 2 de octubre de 2012

Nuestro corazón se prepara para la reconciliación.


Les dejo un trabajo que realicé con niños de catequesis, tuvimos una convivencia para preparar ese momento especial de la primera confesión. Muchas veces los niños sienten temor, no saben qué decir o como preparase, la idea es que profundicen el concepto y la vivencia del pecado y también del perdón. Nuestra sociedad (al menos en Argentina) ha perdido la noción de pecado, cuántas veces nuestros niños escuchan esta palabra recién en la catequesis con mas de 7 años. Pero para no quedarnos solo en la situación dolorosa o negativa es que también hablamos de la gracia, de la misericordia, del Buen Jesús que nos espera para perdonarnos y no castigarnos y hacernos sentir mal. Creo que también es una linda actividad para hacer en casa con hijos o en familia y poder vivir estos temas desde pequeños, todos mas allá de necesitar confesarnos frecuentemente debemos hacer un examen diario de nuestras acciones, omisiones, pensamientos, por lo tanto no está demás tener una “celebración” especial para pensar en el maravilloso misterio del perdón.

Objetivo
Que podamos ver que el pecado deja una herida, que las acciones tienen consecuencias.
Que podamos dolernos de nuestros pecados y hacer propósitos concretos para crecer en la gracia.
Que podamos experimentar el perdón, qué podamos encontrar a Jesús misericordioso y vivir la alegría de la reconciliación.
Materiales
Cuento “los clavos en la cerca” una cerca hecha de tergopol y debajo del mismo pegado con cinta un corazón. Clavos (cantidad suficiente para todos los presentes), un martillo, biblia. corazones con “curitas” pegadas o dibujadas o con remiendo.

Desarrollo

Nos ponemos en presencia del Señor, para preparar nuestro corazón, vamos a escuchar un cuento y luego vamos a reflexionar sobre el mismo.

Cuento:
Había un niño que tenía muy, pero que muy mal carácter. Un día, su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma, que él clavase un clavo en la cerca de detrás de la casa.

El primer día, el niño clavó 37 clavos en la cerca. Al día siguiente, menos, y así con los días posteriores. Él niño se iba dando cuenta que era más fácil controlar su genio y su mal carácter, que clavar los clavos en la cerca.

Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y se lo dijo a su padre que no tenía que clavar ni un clavo en la cerca. Él había conseguido, por fin, controlar su mal temperamento.

Su padre, muy contento y satisfecho, sugirió entonces a su hijo que por cada día que controlase su carácter, que sacase un clavo de la cerca.

Los días se pasaron y el niño pudo finalmente decir a su padre que ya había sacado todos los clavos de la cerca. Entonces el padre llevó a su hijo, de la mano, hasta la cerca de detrás de la casa y le dijo:

- Mira, hijo, has trabajo duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca, pero fíjate en todos los agujeros que quedaron en la cerca. Jamás será la misma.

Lo que quiero decir es que cuando dices o haces cosas con mal genio, enfado y mal carácter, dejas una cicatriz, como estos agujeros en la cerca. Ya no importa tanto que pidas perdón. La herida estará siempre allí. Y una herida física es igual que una herida verbal.

Los amigos, así como los padres y toda la familia, son verdaderas joyas a quienes hay que valorar. Ellos te sonríen y te animan a mejorar. Te escuchan, comparten una palabra de aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte.

Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con los clavos, hicieron con que el niño reflexionase sobre las consecuencias de su carácter.

Ahora vamos a observar esta cerca nueva y sana (colocar la cerca de tergopol, al lado los clavos y el martillo)vamos a pensar, a rezar y ver adentro nuestro cuáles son esos defectos o errores por los cuales deberíamos colocar un clavo en la cerca, cuando lo hayamos pensado nos acercamos y ponemos un clavo.


En clima de serenidad y dolor escuchamos la palabra de Dios: para niños que se preparan para el sacramento de la confesión recomiendo la Parábola del hijo pródigo, ya que contiene los 5 pasos de una buena confesión (examen de conciencia, dolor de los pecados, decir todos los pecados al confesor, propósito de enmienda y cumplir la penitencia) es importante que los niños los tengan claros. Si lo hacemos en casa, con los más pequeños se puede utilizar la lectura del Buen Pastor, es una imagen muy fuerte y muy tierna que mueve el alma a confiar en el Señor.

Una vez iluminados con la palabra de Dios veremos que nuestros malos actos lastiman mas allá de lo que nosotros creemosque,sacamos de atras de la cerca el corazón y vemos como fue quedando roto con cada pinchazo. Pero aunque el pecado deja heridas y marcas Dios nos perdona y podemos recomenzar, siempre siempre contamos con su gracia, para que cada día sean menos los clavos que dañen la cerca.

Entregamos el corazón “remendado” (en él hubo una herida pero se está sanando) para colocar en él un propósito o pedir una gracia para vencer el defecto que nos domina. Nuevamente pasar adelante quitar nuestro clavo de la cerca y en el lugar roto colocar el corazón como signo de nuestro deseo de cambiar sabiendo que lo podemos lograr con la ayuda de Dios. Nada más.

Tengo que agregar que cuando hice esta actividad en mi parroquia algunos chicos se conmovieron profundamente, recuerdo a una nena que se acercó y me dijo cuando pasé a poner el clavito casi me pongo a llorar porque en mi corazón había algo que yo tenía que sacar y no lo decía con pesar si no con mucho alivio. Es tan hermoso anunciar al Dios misericordioso. A ustedes ¿qué se les ocurre?

Hasta la próxima.

A.M.D.G.

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